Ayer en la noche me di una vuelta por el Barrio de los Impuntuales. Tenía
una cita. Iba con reloj. Pero me fue imposible llegar a horario. Entrando al
barrio unos pibes me agitaron:
- e gato... acá con reloj no entras gil y me lo rompieron a pizotones.
En el barrio de los impuntuales las cosas suceden en diferido y con delay. Los negocios abren cuando les parece y cierran por tiempo indeterminado. Se puede ir a desayunar a un bar y terminar cenando. Los horarios están para no cumplirse. Y ser puntual es un pecado capital que se paga con la muerte.
En el barrio de los impuntuales las sorpresas están a la orden del día. Nadie espera porque tarde o temprano saben que lo planeado sucederá. Hay citas que se han concretado con 15 años de retraso. Dentro de ese caos existe un orden. Con un - nos encontramos a las que se yo, en no se donde- a veces es suficiente para concretar un encuentro.
En el barrio de Los impuntuales no hay certezas, aunque si sorpresas. Y más de uno a conocido a su media naranja mientras esperaba a alguien que nunca llegó.
- e gato... acá con reloj no entras gil y me lo rompieron a pizotones.
En el barrio de los impuntuales las cosas suceden en diferido y con delay. Los negocios abren cuando les parece y cierran por tiempo indeterminado. Se puede ir a desayunar a un bar y terminar cenando. Los horarios están para no cumplirse. Y ser puntual es un pecado capital que se paga con la muerte.
En el barrio de los impuntuales las sorpresas están a la orden del día. Nadie espera porque tarde o temprano saben que lo planeado sucederá. Hay citas que se han concretado con 15 años de retraso. Dentro de ese caos existe un orden. Con un - nos encontramos a las que se yo, en no se donde- a veces es suficiente para concretar un encuentro.
En el barrio de Los impuntuales no hay certezas, aunque si sorpresas. Y más de uno a conocido a su media naranja mientras esperaba a alguien que nunca llegó.
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