viernes, 10 de noviembre de 2017

El transpote publico y su folklore


II.
Al segundo día de estar en el DF, al Maro, un uruguayo de ventipocos pirulos, pichón de capo, como me dijeron por ahí, que aprendió en 4 años, lo que a muchos le lleva una década, nos llevo a pasear por el Df. Un tour peligrosamente real, que incluyo mas de 3 o 4 horas arriba de diferentes transportes públicos. Una bienvenida que fue como un baldazo de agua fría y un aterriza en la nueva realidad latinoamericana.
El sistema de transporte del DF es bien complejo, teniendo en cuenta que es una ciudad viven casi 20 millones y mas de 5 llegan al centro a trabajar. Nunca dan abasto. Las avenidas a pesar de ser muy anchas andan siempre congestionadas; viajar en el metro es un desafío a la física: casi 4 millones de personas usan diariamente este servicio que cuenta con 11 lineas y mas de 100 estaciones y mas de 16 millones de personas usan el transporte público.
Caminar por los pasillos del metro en hora pico es seguir a la manada. Gente que te pisa los talones y si te detienes es posible que se produzca una reacción en cadena, un avalancha y acabes sepultado entre medio de una multitud. El metro va lleno siempre a mi parecer. Hay horas que literalmente es un suplicio razón por la cual hasta tuvieron que poner un vagón exclusivo para mujeres, por los reiterados acosos que sufrían.
Los recorridos son largos y cansinos. La gente que diariamente se pasa 1 hora metida bajo tierra debe buscar fuerzas en algo sobrenatural para apoltronarse a la cama y decidir no salir mas a la pinche ciudad. Lo único que tal vez haga un poco mas ameno el viaje es el desfile de vendedores ambulantes confiando en que gracias a sus esmerados cantitos algun pasajero sea capaz de salir de ostracismo, prestarles atención y venderles algo.
Realmente son tantos por viaje de media hora casi todos se bajan sin vender nada.
Una pequeña lista de los recuerdo:

El vendedor de cd: tal vez el más afortunado y al que menos le cueste llamar la atención gracias a su mochila amplificada, un invento 100 por ciento mexicano. He recorrido gran parte de este mundo buscando un equipo portátil ideado para artistas callejeros y nunca he visto nada mas parecido a eso que la mochila mexicana. Habra nacido necesidad o demanda de los vendedores?, lo cierto es que hay una industria enorme de este tipo de amplificadores, adosados a una mochila común y corriente, absolutamente adaptado para el vendedor ambulante o el artista itinerante. Obviamente como en todo producto hay algunos que lo adaptan un poco mejor. Es el caso que le mostraremos a continuación. Un vendedor de cds de tecno, que no le hace ningún asco a entrar con el trance a tope.Estilos musicales hay los que quieras, es solo pasarse un par de horitas en el metro...

El vendedor de pomadas ginseng: un artista de la palabra. Entre tanta competencia e indiferencia de los pasajeros, el cantito de este vendedor hace la diferencia y tal vez sonsaca alguna miradita complice
La cantante ciega: nos sorprendió con su estridente canto y su voluminoso equipo de sonido volviendo de CNA, cerca de medianoche. No se si sería un poco sorda además, lo cierto es que el equipo portátil que llevaba estaba demasiado alto y un poco saturado, sumado a su no tan afortunada voz. Lo rescatable de todo esto es como las desgraciadas realidades llevan a las personas a sobrevivir con arte, sin pudores, puritos ni planteamientos. Asi es el arte de la realidad, que supera cualquier ficción.

El vendedor de lentes irrompibles: ese fue tal vez el primero que vi. Su estilo se asemejaba al del vendedor ambulante porteño, ese que exalta y florea su producto, buscándole mil utilidades. Este remarcaba el hecho de que sus lentes eran absolutamente irrompibles y para comprabar aquella aseveración los golpeaba contra los pasamanos del metro. Se bajo y no vendió ni uno.

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